Miles de situaciones y hechos pueden ocurrir en la vida de una persona, y miles de millones, si pensamos en los habitantes de todo el planeta. Sin embargo, una de las experiencias más relevantes para todos y cada uno, será la experiencia de la muerte o situaciones relacionadas con ella. Digo experiencia, porque la muerte como parte de la condición humana, tiene que ver con un hecho único que todo ser viviente va a vivir como ley absoluta de esta vida material. Todo ser humano en algún minuto, probablemente en su niñez, se enfrentará tendrá algún nivel de conciencia sobre el hecho que en algún minuto este cuerpo material morirá y eso no significa, ni quiere decir que lo entienda, posiblemente no lo haga. Y quizás tampoco en la edad adulta podamos comprender muchas cosas relacionadas con el instante de vivir esa experiencia de dejar el cuerpo físico.

Pero, ¿Qué pasa con los que nos quedamos acá? Somos los que nos quedamos aquí, en este plano material quienes tenemos que lidiar con los efectos humanos por la pérdida de un ser querido que deja esta condición humana. Es evidente que muchas personas han tenido que pasar por situaciones como estas, ya sea por experiencias personales donde han estado próximas a vivir la muerte, o por otras personas cercanas que hoy ya no están.  Obviamente esto ha generado mucho dolor en quienes se quedan en esta realidad terrenal. Quizás, ahora mismo estás pensando en dejar de leer esto, porque te inquieta el solo hecho de pensar en dejar este mundo y aquello que hay en él. También a mi me angustiaba pensar en esto años atrás, y así también me inquietó cuando siendo niño miré mi cama antes de acostarme y me pregunté…¿Y si me acuesto y mañana no despierto? ¿qué pasaría?

Durante el siglo XIII comenzó a leerse en algunas lápidas de los cementerios del mundo, una abreviatura derivada del latín que decía R.I.P (Resquietcat in pace) descanse en paz. Y es interesante detenernos en esto porque para que exista el estado de descanso, necesariamente tiene que existir un estado  de acción, de actividad, de trabajo. Si el descanso es también alivio entonces tiene que existir también un estado de fatiga, dolor o pena. Así también la caricatura del suicida que se despedía con la conocida frase «Adiós mundo cruel» denota la misma característica, que este mundo tiene un peso, una carga, que no es agradable y tampoco justo.

Lo anterior tiene sentido si pensamos que en este mundo hay condiciones espirituales particulares, que nadie nos ha explicado, y que bastante poco podemos encontrar en las nuevas bibliotecas digitales, y muchísimo menos en las tradicionales fuentes de información en papel.  Es entendible entonces, que la situación emocional y humana de los que se quedan, sea bajo cualquier punto de vista, a lo menos triste. ¿Qué ocurre si comenzamos a indagar y profundizar en aquello que el hombre durante siglos se ha preguntado? ¿Qué hay más allá de esta condición humana y carnal?

Pues bien, hagamos el siguiente ejercicio, asumiendo que Cristo es un Dios encarnado en Jesús, y no un maestro, un hombre logrado, o un sabio que estuvo en la tierra. Tomemos la siguiente declaración «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16;33) Llama la atención que Cristo encarnado en Jesús declara que este mundo no es un lugar de Paz, sino que de tribulación, de cargas, de peso. Y que además él ha vencido al mundo, que tengamos confianza. Miremos las siguiente afirmación «Yo soy la resurrección y la vida, El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí no morirá eternamente ¿Crees esto?» Juan 11; 25-26. Cristo encarnado en Jesús declara en esta otra frase que Él es la vida, y que a pesar de dejar el cuerpo físico, desde Él (ósea, desde su paso por esta tierra y los hechos ocurridos en los 3 días después de la cruz)

Entonces, de acuerdo a estos dos extractos,  sí más allá del cuerpo físico el ser sigue existiendo a pesar de perder su condición de humano, entonces puede haber un descanso, un alivio, pero de las condiciones asociadas a lo terrenal, y lejos está de un potencial fin, sino más bien es un comienzo en una realidad que Cristo bien conoce como co creador junto al Padre, y si tomamos lo que Él declara, luego de este paso por este mundo habrá más que hacer al cruzar el velo de la muerte. En estas dos frases hay un elemento fundamental y es aquél que se desprende de las palabras “confiad” y “crees” pues la fe de certeza se sustenta, bajo cualquier circunstancia, en el hecho que sé que quien me ha declarado algo hará efectivo aquello que me declaró, un amigo (a), mi padre, etc. es decir, el punto de la fe se sostiene en el nivel de certeza, de lo contrario es solo una posibilidad, es algo que no doy por hecho. Si tomamos lo que Cristo declara, asumiendo que soy una persona de fe de certeza, entonces de seguro obtendré paz, pero no dejaremos este mundo para ir a descansar, sino para seguir “trabajando” en la condición de vida espiritual, porque nadie obtiene vida sin un sentido y objetivo, de lo contrario está muerto. No sé Tú, pero a Mí que no me coloquen Q.E.P.D. cuando deje este traje.